Torres García en su labor como docente y divulgador de la teoría Universal Constructivista impartió un gran número de ponencias, se estima que entorno a las 700. Muchas de ellas fueron realizadas en la Universidad de Arquitectura, influyendo posteriormente a algunos de los grandes arquitectos modernistas uruguayos, como es el caso de Mario Payssé Reyes y Ernesto Leborgne.
Pero en este post nos vamos a centrar en una de las obras más espectaculares que posee el legado patrimonial uruguayo, conocido con el nombre de Ex Seminario Arquidiocesano de Toledo (Canelones).
La autoría del edificio es del arquitecto Mario Payssé Reyes, realizado en 1958 en colaboración con Arq. Walter Chappe y Enrique Monestier. Pero debido a la Ley 13.737 en 1969 dejó de ser una iglesia católica para pasar a ser la Sede de la Escuela Militar. Formando parte del patrimonio nacional uruguayo como Monumento Histórico Nacional, declarándose en la resolución del 8 de mayo de 2006:
“el edificio en el que la Escuela Militar desarrolla sus actividades, es un claro ejemplo conceptual de integración del hecho arquitectónico y de las artes plásticas, conforme lo definiera y trabajara el arquitecto Payseé Reyes, materializándose la idea por un lado, en los murales de ladrillo diseñados por el propio arquitecto para la fachada de la capilla, campanas y fuentes, y por otro, los diseños del Taller Torres García para los murales al interior de la capilla…”
La estructura del Seminario fue resuelta mediante un sistema porticado de hormigón armado, utilizando como material exterior el ladrillo aparente, elemento muy característico de su obra y que se convertirá en un símbolo de distinción en la arquitectura modernista uruguaya a partir de los años 50. La utilización del material viene dada, entre otros motivos, por el aporte plástico que ofrecía a la obra, siendo por ello concebida desde el concepto de la integración de las artes plásticas.
Mario Payssé ejecutó el mural que se ubicada en la fachada principal de la iglesia, creando una composición mediante la colocación de elementos caligráficos (nombres de Papas y Santos) y símbolos en seis tramos horizontales situados en tres alturas diferentes. Consiguiendo la proporción aúrea con la totalidad del mural a través de la ruptura de los tramos de la altura superior, medida fundamental del arte universal constructivista.
En su interior, Horacio Torres, discípulo de Torres García realizó tres murales constructivistas en ladrillo visto, situados en el ábside y a ambos lados del altar, fechados en 1965, representando dos iconos muy utilizados tanto por la religión católica como por el arte constructivo, el pez y el triángulo.